Friday, January 18, 2013

Idiotas e idioteces



Por: Perro

Pocas cosas dan más coraje que lo que se vive hoy por hoy en este pedazo de México. Un inepto, un auténtico títere incompetente, producto del branding de televisa, se hace presente con dos pifias en menos de tres días: no saber qué es el IFAI, y no saber, perdónele el lector, quién fue Benito Juárez y cuándo vivió, no sabe restar 2013-144… bien. Esto es el gobierno federal. Si con vicente fox ya nos podríamos haber avergonzado de ser mexicanos, el idiota titular de la presidencia de “la república” hace parecer un erudito al charro de quinta del primer sexenio panista. Pero, lo peor, es que no se trata de un error del que el pueblo se queje. Es más, ni siquiera es un error del que se pueda quejar. En la más baja expresión de la holgazanería y franco desinterés estudiantil, se agolpan casos de “alumnos” de licenciatura que, en una escuela de corte marxista y de ideología política no-conformista, reclaman el no tener un “10” de calificación, cuando en el único reporte que se les dejó en todo un semestre, seis tristísimas páginas en Arial 14 con texto “redactado” al más puro estilo copypasteísta, se les otorga un nueve. Alumnos. Escorias. Pequeños cazarecompensas que gustarán de ir por el mundo mendingando cuanta mierda les haga sentir que avanzan un paso en la dirección que desean para no ser “el de hasta abajo”. Retardados auténticos con ausencia absoluta de hacer las cosas bien. No exculpo al profesorado, pero como bien se exclama en los recintos de enseñanza, el alumno debe aprender, a pesar del maestro. De nuevo, no lo justifica. Pero cuando uno tiene delante a un completo fracaso, lo mejor que puede hacer uno, por DIGNIDAD, es demostrar que eso no basta para romperle a uno la moral. Las bolas tal vez, pero no el ímpetu de seguir.

Vayan, pues, felices autodenigrados a regodearse con sus dieces y sus nueves. Vayan, a caminar por los pasillos sendos de la gloria comprada. Enfílense en el pri y hagan de sus vidas éxitos sencillos y no costosos. La esperanza que se ha depositado en ellos, en tanto jóvenes-que-son-el-futuro, ha muerto. Estúpidos autodenominados investigadores que no son capaces de realizar dos trabajos, uno por materia, y cínicamente dicen: “es el mismo de historia” y no son para cambiar siquiera el título. Y reclaman merecer un diez. Añoro los tiempos en que el alumno buscaba superarse por ser él un diálogo entre la ciencia social, la ciencia dura, y la sociedad. Extraño la rudeza con que se cuestionaba al profesor desde una cabeza llena de preguntas, ávida de información, atestada de crítica. Hoy, no son más zombies que los que llenan los gabinetes del famélico gabinete de gobierno. Y tú, amorfo pendejo, ¿con qué argumentos reclamas al títere de Los Pinos que no sabe?


Contrastes, pues aún hay algunos cuantos por los que vale la pena luchar. Hoy asistí a uno de los exámenes profesionales más extraordinarios que haya tenido oportunidad de presenciar. Pero, detrás, hay alguien que tiene una meta y algo por qué luchar.

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