Friday, March 22, 2013

La ciencia en manos de un inepto



Por: Perro

Para el médico (habríamos de buscar quién le regaló ese título) Narciso Morales López de la Clínica Médica de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP - de corte católico), consumir marihuana está relacionado con las “inclinaciones de tipo homosexual” (Imagen Poblana, 2012 –ya el solo hecho de que la referencia catalogue como experto a este imbécil da de qué hablar de la redacción; favor de notar la ortografía-). Si bien es cierto que los cannabinoides pueden provocar disminuciones transitorias de la concentración sanguínea de testosterona, es claro que la inhibición inducida por cannabinoides es independiente de las disminuciones concurrentes en la concentración de esta hormona (Gorzalka et al., 2010). Más aún, el consumo crónico de cannabis (ya sea fumada o ingerida) no ha mostrado provocar diferencias significativas en las concentraciones séricas de testosterona en nuestra especie (Friedrich et al., 1990), aunque sí se ha asociado con disminución de la concentración de la hormona en otras especies (ratones, ratas y primates no humanos) e incluso disminución de la fertilidad (Harclerode 1984; Banerjee et al., 2011). Tampoco se muestran diferencias significativas en las concentraciones de testosterona tras el consumo agudo (Cone et al., 1986) o subcrónico (Mendelson et al., 1978) de marihuana por la especie humana.

Más allá de eso, los estudios apuntan a que la carga hormonal de testosterona que podría influir (y, desde mi punto de vista, no determinar) la identidad de género y la orientación sexual ocurren intrauterinamente (Savic et al., 2010), lo cual descartaría cualquier papel del consumo de la marihuana y otros cannabinoides en las “tendencias de tipo homosexual (sic)”. Sin embargo, aún cuando la sexualidad se desarrolla a lo largo de toda la vida del individuo, ningún “estudio internacional” o “evidencia científica” han demostrado que las fluctuaciones en la carga de testosterona en un individuo interfieran con la elección de su género o su predilección por uno, otro o ambos sexos.  A lo más, reducen la fertilidad al provocar disminución de la espermatogénesis. Si los cannabinoides estuvieran correlacionados hormonalmente con la homosexualidad vía disminución de la producción de testosterona, seguramente representaría una opción mucho más barata que las operaciones de reasignación de sexo. Y menos traumática (clínicamente).

Queda claro, entonces, que el tal Narciso ha mezclado, como suele hacerlo el fanático religioso que sabe leer, la ciencia (aunque por la ausencia de referencias quedaría pendiente el tema de las fuentes que considere científicas e internacionales) con los asuntos de dios, al referirse a la “relajación de sus principios morales” y la “promiscuidad”, así como sus seguramente bien intencionados consejos de pedir a los varones que se alejen de la marihuana, “so pena de volverse gays”. Alguien que trata a la homosexualidad como una enfermedad, o una condición originada al “nublar su raciocinio”, parecería sacado de cualquier momento histórico donde el juicio (correcto o no) antecede a la ciencia. Darle la categoría de médico a tan insulso, mínimo individuo atenta contra las bases de la ciencia, la seriedad de la UPAEP, y pone en riesgo los esfuerzos (estos sí internacionales) por evitar la discriminación y los prejuicios en contra de lo que atente contra la idea retrógrada de que “lo que está en la biblia es lo correcto, lo bueno, la palabra de dios”. El mismo dios en el que se escudan los sacerdotes pederastas. “Tendríamos que acercarnos a estos muchachos y ver qué tanto los que se dicen homosexuales tienen tendencia a la marihuana (sic)”. Seguramente las oficinas, atrios y aposentos clericales están saturados de cannabinoides, de acuerdo con el flamante coordinador de la Clínica Médica. Señalar a la homosexualidad como una consecuencia desagradable de una mezcla de alcohol, drogas y rock n’ roll es estúpido, degradante, excluyente y atenta severamente contra la dignidad humana. No espero que la UPAEP tome cartas en el asunto para moderar el hocico de los pseudo profesionales de quinta que trabajan para ellos, ni que su alumnado proteste por la manera de expresarse de quienes ostentan un cargo dentro de su organización, dado que en el país de No-pasa-nada, seguramente ya se habla más de cuándo vendrá el papa Maradona y si la UPAEP y otras instituciones “educativas” habrán de rentar camiones para venir en peregrinación a manifestar su apoyo al máximo dirigente de la institución que promueve este tipo de actos desinformativos por excelencia.


Referencias (internacionales y científicas):

Banerjee A, Singh A, Srivastava P, Turner H, Krishna A. Effects of chronic bhang (cannabis) administration on the reproductive system of male mice. Birth Defects Res B Dev Reprod Toxicol (2011); 92: 195-205.

Cone EJ, Johnson RE, Moore JD, Roache JD. Acute effects of smoking marijuana on hormones, subjective effects and performance in male human subjects. Pharmacol Biochem Behav (1986); 24: 1749-1754.

Friedrich G, Nepita W, André T. Serum testosterone concentrations in cannabis and opiate users. Beitr Gerichtl Med (1990); 48: 57-66.

Gorzalka BB, Hill MN, Chang SC. Male-female differences in the effects of cannabionids on sexual behavior and gonadal hormone function. Horm Behav (2010); 58: 91-99.

Harclerode J. Endocrine effects of marijuana in the male: preclinical studies. NIDA Res Monogr (1984); 44: 46-64.

Imagen poblana (Tonatiuh Muñoz Aguilar). "La mariguana los vuelve homosexuales: experto UPAEP”. 31 de octubre de 2012. http://www.imagenpoblana.com/2012/la-mariguana-los-vuelve-homosexuales-experto-upaep?fb_action_ids=398100006926835&fb_action_types=og.likes&fb_source=aggregation&fb_aggregation_id=246965925417366. Con acceso el 22 de marzo de 2012.

Mendelson JH, Ellingboe J, Kuehnle JC, Mello NK. Effects of chronic marihuana use on integrated plasma testosterone and luteinizing hormone levels. J Pharmacol Exp Ther (1978); 207: 611-617.

Savic I, García Falgueras A, Swaab DF. Sexual differentiation of the human brain in relation to gender identity and sexual orientation. Prog Brain Res (2010); 186: 41-62.

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