Monday, November 10, 2008

Límites

Por: Perro

Cuando pasan las tardes y veo el sol ponerse en el fin del ocaso es inevitable pensar en que ciertas veces se vive sin tener conciencia de ello. Nacemos y crecemos sin saberlo, y cuando tomamos conciencia es porque ya morimos. Es cuando descubres que una mano, el aire cargado de los residuos de la vida de alguien más, cobran importancia. ¿Por qué no es sencillo dejar de cometer errores humanos cuando lo trascendente es divino?

Es a veces la imprudencia, a veces la sensación de despojo, a veces el remordimiento... los puedes llamar como quieras, pero no puedes condenarlos. Puedes correr, mentir, gritar, pero no puedes hacerlos desaparecer. Son ellos los únicos que te acompañan a cada paso, en cada instante y en todo camino. Son ellos quienes te recriminan y te asustan, son los fantasmas de los errores del pasado.

¿Qué hacer? Negarlos es matar una parte de tus ayeres. Vivir con ellos ensombrece tu existencia. Dejarlos ir no tiene sentido pues ellos viven por tí y se alimentan de tus palabras... no se irán. ¿Qué hacer? una tregua. Convivir y conocerlos, que te conozcan. No los puedes matar, no te pueden matar. Sólo escucha las vagas voces que emiten y trata de no entorpecer ni que te entorpezcan (Live and let die...).

Son, están, porque vives. Y es en los atardeceres que los ves, sentados en las nubes esperando el siguiente error que mates y se una a ellos en las alturas, desde donde te vigilan. Pero no te preocupes, que aún cuando para tí sea un atardecer, para alguien más apenas amanece.

... Venid y habladme de las cosas idas
de las tumbas que callan,
de muertos buenos y de ingratos vivos...
Voy con vosotras,
vamos a casa.

fragmento de Mis enlutadas, Manuel Gutierrez Nájera

No comments: